La llegada de Ronaldinho al Querétaro hace algunos años marcó un hito en la historia del fútbol mexicano, convirtiéndose en uno de los fichajes más impactantes de la Liga MX. Lo curioso es que para convencer al legendario jugador brasileño de unirse al equipo, no fue necesario recurrir a grandes sumas de dinero, sino más bien a la promesa de fiestas.
Los directivos del Querétaro idearon una estrategia poco convencional para atraer a Ronaldinho: ofrecerle la oportunidad de disfrutar de su característico estilo de vida, que incluía entrenar por las mañanas y salir de fiesta por las noches. Esta promesa fue suficiente para seducir al exjugador, cuyo talento indiscutible y carisma lo convirtieron en una figura destacada en cada equipo en el que jugó.
La llegada de Ronaldinho al Querétaro no pasó desapercibida, generando una gran expectativa tanto a nivel nacional como internacional. En el campo, el brasileño demostró su magia única y dejó una huella imborrable en el equipo y en la afición de Querétaro.
Según relatos de directivos del club, la clave para persuadir a Ronaldinho fue una reunión con su hermano Roberto, seguida de una serie de fiestas para establecer un vínculo más cercano. Una vez que se concretó el fichaje, los directivos establecieron dos condiciones claras para el jugador: respetar siempre a sus compañeros y a la institución. A cambio, se comprometieron a manejar cualquier aspecto relacionado con sus famosas fiestas.
A pesar de no lograr el campeonato de la Liga MX, Ronaldinho dejó una marca imborrable en el Querétaro, llevándolos a una final histórica que hizo soñar a toda la afición. Su paso por el equipo estuvo marcado por su talento en el campo y sus celebraciones fuera de él, demostrando que su legado va más allá de los títulos y los trofeos.
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