A menudo, los hijos únicos son etiquetados con términos como egoístas o mandones en la sociedad, pero investigaciones recientes desmienten estas percepciones y sugieren que estas características no son exclusivas de quienes crecen sin hermanos.
La profesora asociada de Demografía, Alice Goisis, del University College de Londres, destaca que la evidencia general no respalda la idea de que los hijos únicos tengan déficits en habilidades sociales en comparación con aquellos que crecen con hermanos.
Según Linda Blair, psicóloga clínica con amplia experiencia, los hijos únicos pueden disfrutar de ventajas significativas, como la excelencia lingüística que les confiere una ventaja académica. Además, tienden a desarrollar habilidades excepcionales para organizar y gestionar su tiempo libre, tomando decisiones independientes sin la influencia de hermanos.
Sin embargo, también existen desventajas. Investigaciones sugieren que la presencia de hermanos puede actuar como un factor protector en entornos familiares disfuncionales, atenuando el impacto negativo de situaciones estresantes. La psicóloga Adriean Mancillas destaca que, al pasar mucho tiempo solos o con adultos, los hijos únicos pueden no sentirse tan cómodos en situaciones caóticas.
En conclusión, más allá de los estereotipos, la crianza como hijo único no determina automáticamente rasgos negativos. Cada individuo es único, independientemente de su posición en la familia, y es esencial considerar factores individuales al evaluar el desarrollo y las habilidades sociales.