El asteroide Bennu, objeto de estudio y exploración constante por parte de la NASA debido a su relativa cercanía con la Tierra y la posibilidad de una colisión con nuestro planeta, ha aumentado sus probabilidades de impacto, según informes recientes de la agencia espacial estadounidense.
En 2016, la NASA lanzó la misión OSIRIS-REx, que aterrizó en el asteroide Bennu con el propósito de recopilar muestras de su superficie y obtener más información sobre su naturaleza y trayectoria. A 7 años de distancia, la misión OSIRIS-REx regresó a la Tierra con una valiosa cantidad de datos y muestras.
Basándose en esta nueva información, científicos del Centro de Estudios de Objetos Cercanos a la Tierra (CNEOS) de la NASA realizaron nuevos cálculos sobre las probabilidades de impacto del asteroide Bennu contra nuestro planeta. Los cálculos anteriores indicaban que existía una posibilidad entre 2 mil 700 de que el asteroide colisionara con la Tierra en el año 2182.
Sin embargo, los nuevos cálculos han arrojado datos actualizados:
La colisión potencial ocurriría en el año 2300, es decir, 118 años después de lo estimado anteriormente.
Las probabilidades de colisión han aumentado, pasando de una entre 2 mil 700 a una entre mil 750.
A pesar de esta noticia, no hay motivo para el pánico, ya que faltan tantos años para el posible impacto que ninguna generación actual se vería afectada. Además, la NASA ya está trabajando en proyectos y misiones diseñadas para prevenir colisiones potenciales entre asteroides y la Tierra.
Uno de los proyectos destacados es la misión DART, cuyo objetivo principal es probar tecnologías capaces de desviar la trayectoria de asteroides que representan una amenaza para nuestro planeta. Esta misión se enfoca en el sistema binario de asteroides Didymos, que consta de un asteroide más grande llamado Didymos y su pequeña luna, conocida como Dimorphos.
Aunque las probabilidades de colisión han aumentado ligeramente, la NASA sigue comprometida en su misión de proteger a la Tierra de cualquier amenaza potencial, demostrando que la ciencia y la tecnología pueden jugar un papel crucial en la seguridad planetaria.
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